Atrás del importante edificio modernista del hospital de San Pau, esta el nuevo y moderno hospital. Este queda escondido por el primer, y por el desnivel de la topografía, permaneciendo el primer como la imagen dominante.
Caminando desde la ciudad, el nuevo hospital no se ve, hay que subir una calle para luego descubrir su gran entrada monumental y imponente. Ya bajando desde la ronda de Dalt, se puede ver el contraste entre lo nuevo y lo viejo. Está bien la idea de crear un contraste entre los edificios de dos épocas, en lugar de intentar integrarse; pero la manera como se posiciona el nuevo edificio, mirando desde arriba el viejo, pero sin tocarlo y sin acercarse mucho, lo desvaloriza.
La implantación de los edificios, mismo que el arquitecto pueda decir que esta relacionada a los ejes del edificio antiguo, no es lo que se siente allí. La relación de los edificios de las dos épocas, y la relación con la calle, deja vacíos que no se entienden. La forma de “peine” relaciona el edificio de tras a la calle, pero los otros quedan sueltos en el terreno, siendo provechoso apenas el espacio de “plazas” entre ellos.
El interior de los edificios, sin embargo, está muy bien pensado para mejorar todas las relaciones de los médicos y pacientes, y para proporcionar espacios de calma y tranquilidad a estos. Usando materiales, técnicas y espacios de mucha calidad, los edificios son incomparables a cualquier hospital público de Rio de Janeiro.