domingo, 21 de febrero de 2010

Los espacios públicos de Ciutat Vella no pueden juzgarse con respecto a los otros espacios de la ciudad, pues están trazados a distinta escala, con unas calles hechas desde el punto de vista del peatón. Aquellos que funcionan mejor desde mi punto de vista, son las pequeñas plazas que se han ido abriendo frente a la densidad, como un respiro del que pueden coger aire los viandantes, y es en estos lugares donde nace la actividad de los barrios. También es interesante ver como edificios de importancia como los palacios de la calle Montcada o el Hospital de la Sta. Creu, han sabido aprovecharse tanto para equipamiento como espacio público, haciendo así que esta zona de la ciudad tenga vida y sea transitada por todo tipo de personas. Zaragoza también conserva un casco antiguo en el que se ha ido quedando marcada la historia de la ciudad. A orillas del río Ebro, los romanos dejaron un trazado de calles con un Cardo y Decumano aún visibles. Como en Barcelona, existía un recinto amurallado con cuatro puertas donde convivieron posteriormente musulmanes, judíos y cristianos. Nuevamente, se construyó otra muralla debido al crecimiento de la población. La ordenación urbana era densa y no fue hasta el siglo XIX cuando se creó una de las avenidas más carismáticas de la ciudad: el Paseo de la Independencia, ocupando el lugar de conventos y monasterios que habían sido destruidos durante los Sitios de Zaragoza. Estos huecos mostraban un camino hacia la modernización con su nuevo trazado. De esta forma se llevó también a cabo la formación de la calle Alfonso entre el Coso y la Plaza del Pilar, es decir, entre la calle a la que se asomaban algunos palacios más importantes de la ciudad y la plaza con más carga simbólica. “Se vendió a los ciudadanos como una vía procesional digna en vez de atravesar los estrechos callejones”

Hoy en día, se está intentando que el barrio no se quede en algo del pasado, peatonalizando, intentando dar equipamientos al barrio…; El casco antiguo de Zaragoza retoma su vida y lo hace especialmente los fines de semana, pues esta parte de la ciudad es conocida como la zona de tapeo y ocio nocturno; y es precisamente en el cuidado del espacio público, con el mobiliario urbano, con la adecuación de las plazas, donde se crean unos puntos de referencia con alma propia. Además, de forma parecida a Barcelona, existe la reutilización de edificios históricos convertidos hoy en día en salas de exposiciones, bibliotecas…, especialmente los palacios renacentistas, con sus patios abiertos al público, haciéndolo participar.