domingo, 2 de mayo de 2010

Barrio (Fort Pienc)

(…) otorga una última y crucial virtud (en mi opinión, desaprovechada), que es la posibilidad de transformación de los elementos que conforman la retícula, tanto en el sentido geométrico como de uso, pudiendo establecer así parques urbanos, equipamientos, etc. que acabaran por dotar a la misma más profundamente de una verdadera identidad de barrio.
De hecho, estos y otros asuntos (como un aprovechamiento más rico de los interiores de manzana) estaban considerados en la propuesta original…

Enlazo directamente con las opiniones vertidas en el artículo dedicado al Eixample y, más concretamente, con aquellas que hacen alusión a toda aquella casuística excepcional de la que son ejemplo las manzanas ahora estudiadas. Ambas intervenciones desvelan las posibilidades ofrecidas por el modelo de Cerdá, esa capacidad inherente de adaptación a diferentes requerimientos de espacio, uso y circulación.
Aunque en los proyectos de Josep Llinás y OAB las preexistencias y ciertas trazas pasadas dispusieran facilidades de partida, su exitosa integración en un tejido generalmente tan rígido debería convertirlos en promotores de una mayor apuesta por este tipo de actuaciones cuando se considerase oportuno, aún en situaciones de mayor riesgo o complejidad. No obstante, conviene señalar la distinta naturaleza que presentan los dos casos vistos: mientras que la manzana del Mercat de Fort Pienc reúne una heterogeneidad espectacular de usos e intenta orientar la vida de todos ellos hacia la plaza (un espacio público ampliamente abierto, en comunicación con lo circundante a través del Carrer de Ribes, atrayente, peatonal), el Centro de Servicio Sociales se acompaña de un proyecto mucho más autista (su uso y su escala lo justifican) que sigue interpretándose estrictamente como un interior de manzana. Ambos apuntan, a pesar de sus diferentes caracteres, a la pretensión de dinamizar la rutina del Eixample, a que el protagonista de sus flujos no sea el tráfico ni el turismo, sino la gente que lo habita cada día. Conformar sectores autosuficientes como el de Fort Pienc en el que se dispongan de aquellos equipamientos que permitan que dicho sector residencial, ahora barrio, se presente como una extensión natural del hogar, es el fin perseguido.

En Sevilla la trama se ha generado progresivamente, con el consecuente distanciamiento de los equipamientos originarios de la ciudad (los parques más emblemáticos, los teatros, los juzgados, etc.). Por ello, cada nueva incorporación aspiraba a constituirse como una nueva ciudad en sí misma, capaz de albergar todas las necesidades y comodidades en unos radios de distancias relativamente limitadas. La dispersión de equipamientos es muy superior a la de Barcelona, dando lugar a la pluralidad funcional que domina casi toda su extensión. Lo que ahora son excepciones como el Parque Empresarial Nuevo Torneo pueden resultar muestras indicativas de la orientación futura del carácter de la ciudad, en probable relación directa con su crecimiento, tendiendo finalmente a una especie de “punto medio”, ni tan focalizado ni tan disgregado: maleable, orgánico, pragmático.