Entrar en el casco antiguo de Barcelona despues de haber circulado por todo el ensanche, despierta en uno gran cantidad de sencaciones y preguntas. Se genera en el pensamiento una bipolaridad en cuanto a la percepcion de la ciudad. Esa Barcelona metrica, ortogonal, generadora de la seración de la "manssana" de Cerdà. La repeticion, el vehiculo como protagonista de las circulaciones, ve como antagonista el casco antiguo: circulaciones marcadas por callejones, pasos estrechos, callejuelas ... La proporcion entre calle y fachada: verticalidad. La penunbra y el misterio tras cada esquina, tras cada fachada. El ruido de la calle. Un encanto especial envuelve el paseo por el casco antiguo de cada ciudad, pero en Barcelona, seguramente crea el desconcierto de entender dos formas urbanas de gran potencia o de gran contraste (ensanche y casco antiguo) bajo el titulo de una ciudad: Barcelona.
Blanes, mi ciudad natal, tambien formula un casco antiguo de gran calidez para la población. En este nuclio urbano un marco histórico marcado por la topografia, el posicionamiento en alto para la vigia de los ataques maritimos. El hecho de caminar por las callejuelas del casco antiguo de Blanes y entrar en el esquema urbano de rabal, carece de ese repentino cambio que formula Barcelona, quedando diluido por un emogeneo creciemiento urbano de caractaristicas similares al propio casco antiguo; tanto en sus dimensiones y proporciones como en su tejido edificatorio.