En la zona más antigua de Figueres y en la de Barcelona existe un elemento en común: Las Ramblas. Este es sin duda una manera de tratar el espacio viario y peatonal de la ciudad propio y característico de los pueblos catalanes de la zona más mediterránea. Ambos casos (Figueres y Barcelona) se podían entender con la misma explicación si nos basamos en la sensaciones, pero no si nos basamos en la historia. Las sensaciones de ambas ramblas son parecidas, no al pasear por la rambla propiamente sino a que el peatón, el ciudadano, pasa de caminar entre estrechas calles de casco antiguo sin arbrado y con giros repentinos a hacerlo en un espacio ancho, con la dirección dirigida por los arboles. Éste además es un espacio en el que por sus amplias dimensiones siempre se da a actividades de todo tipo, desde las esporádicas a las programadas o las consensuadas: paradas de mercado, bailes, teatro libre, etc. Todo esto es posible a que las ramblas tienen un carácter acogedor dentro de lo que es, en definitiva, una vía urbana más.