Después de visitar los depósitos de agua de Barcelona, no puede evitar pensar en un oscuro paralelismo co los búnkeres de Berlín de la Segunda Guerra Mundial.
Debajo del cemento berlinés, entre el sistema de alcantarillado y las numerosas líneas de metro, se encuentra un sistema subterráneo de búnkeres construidos por el Tercer Reich para aguantar los duros bombardeos aliados, para hacer frente al posible enfrentamiento nuclear ante el que mundo se encontraba.
Cierto es, que a la práctica, no tienen nada que ver, pero sí desde un punto de vista de la resolución de un problema.
Se trata de crear grandes volúmenes de hormigón enterrados. En el caso de Barcelona se entierran tanto por cuestiones urbanas como por el factor gravitatorio que condiciona la recogida de aguas; en el caso de Berlín, para aumentar la protección y dificultar la localización por parte del enemigo. En ambos casos se opta por el anonimato que ofrece el subsuelo.
Por otro lado, su misión, salvando las distancias, tampoco es tan distinta: no dejan de ser dos construcciones pensadas para proteger a la gente de amenazas externas, ya sea de las lluvias torrenciales, en un caso, o de los bombardeos en el otro.
Finalmente, debo mencionar el gran parecido formal. Dadas sus características tan especializadas, unidas a su ubicación bajo tierra, se obtiene como resultado una imagen muy similar.
Todo esto me lleva a lanzar una pregunta al aire: ¿No se podría plantear una forma de reciclar estos búnkeres obsoletos de Berlín para que dieran un servicio a la ciudad, acorde con los tiempos que corren?