Bilbao, la ciudad que he elegido para realizar las comparaciones, tiene similitudes y diferencias en lo que se refiere a los espacios públicos del casco antiguo. En primer lugar, comentar que el origen de la capital vizcaína lo encontramos en la edad media, hacia el siglo XIV, la ciudad se desarrolla a lo largo de tres calles, situadas junto a un meandro del río Nervión, que posteriormente se ampliarían a siete y se construiría la catedral de Santiago apóstol, nombre con el que se conoce al casco viejo de la ciudad, “Zazpi kaleak” (Las siete calles). Por tanto se trata de un urbanismo mucho más planificado que el de Barcelona, con una retícula de calles estrechas mucho más ordenada, donde no existe la secuencia de plazas que hemos podido ver en la ciudad condal. Destacar también alguna similitud de ambas ciudades, como por ejemplo la “Plaza Reial” que guarda grandes parecidos con la “Plaza nueva” de Bilbao, plazas cerradas con soportales en los bajos y llenas de gran actividad y vida, una burbuja de aire y amplitud en el interior de las estrechas y oscuras calles de la parte vieja de la ciudad. También podemos destacar que el casco viejo bilbaíno al igual que parte del barcelonés está dedicado al ocio nocturno, lleno de bares y tabernas que cobran vida todas las noches y donde se genera un ambiente especial. Se trata de un barrio, que aunque en gran parte es tranquilo y esta revitalizado quedan recodos de éste donde la inmigración ilegal, delincuencia, prostitución drogadicción etc. supone un gran problema y tratan de acabar con él, mediante la inserción de equipamientos y comercio al igual que sucede en parte de “EL Raval” de Barcelona.