Se podría decir que Chiperfield lleva a cabo este juego de dos cartas con gran maestría. Partiendo de la sencillez que suponen unos prismas rectangulares, a través de la composición de fachada a base del simple hecho de la repetición de un hueco una y otra vez en cada uno de estos bloques, y a través del hormigón coloreado en masa, logra darle a este complejo para la justicia un aspecto de grandeza, unos edificios imponentes pero no amenazadores; la Justicia es un órgano que manda por encima de todos y eso hay que representarlo y simbolizarlo de alguna manera, pero también es una institución que ha de estar cerca del ciudadano y no debe ser amenzante como digo, y consigue desarrollar muy sabiamente esta dicotomía de la imagen de los edificios.
Cuando entras al interior todo cambia, en el vestíbulo, pieza de interconexión de las diferentes piezas, aún se mantiene esa imagen de grandeza, ese querer aparentar, con los techos altos, las escaleras que van de planta a planta de forma escultórica, el mobiliario de diseño o la piedra oscura y las mallas metálicas de los revestimientos.
Una vez dentro de cada uno de estos bloques, ahora sí, todo cambia, la composición y la estética utilizada resulta mucho más amable, con los mismos colores de los bloques del exterior y el mobliario más corriente; la funcionalidad prima, los diferentes recorridos de las diferentes personas que frecuentan los juzgados bien marcados, los tabiques son mobiles para posibilitar cambios a lo largo de la vida útil del edificio, las obligatorias escaleras de emergencia y medidas de seguridad se cumplen etc. Así pues podemos decir que el proyecto arquitectónico tiene gran influencia en la percepción de la ciudadanía para con equipamientos como éste de la ciudad de la Justicia, la arquitectura y el arquitecto, tiene el poder y el deber de crear sensaciones y a través de su proyecto crear reacciones en los ciudadanos que hacemos uso de ellos.
Bilbao, en cuanto a la justicia no tiene las mismas exigencias, ni el mismo volumen de trabajo que tiene Barcelona, al igual que la ciudad catalana antes de que se construyera la Ciutat de la Justicia, estos organos institucionales, se encuentran disgregados por toda la ciudad.
En el caso de la ciudad vasca, el hospital de Basurto, situado en el distrito de San Mamés, es uno de estos ejemplos de complejos de equipamientos públicos. Se trata de una edificación de otra época, se construyo hacia el año 1908 con una estética muy cuidada de estilo modernista, que al igual que la Ciutat de la Justicia de Barcelona, cuidaba muy bien su aspecto y la imagen que refleja hacia los ciudadanos. En este complejo hospitalario, cada uno de los 15 pabellones de mucho menor tamaño a los prismas proyectados por el arquitecto británico David Chiperfield, alberga una determinada especialidad medicinal, asi como otros servicios de los que dispone el propio hospital. Todos estos edificios muestran una estética y paisaje más amable rodeados de amplias zonas verdes y vegetación, propio de un equipamiento público como son los hospitales, de esta manera los arquitectos a través de la composición de los edificios y el entorno paisajístico, moldean una imagen que represente a este complejo hospitalario.
