lunes, 1 de marzo de 2010

CAMINAR COLLSEROLA

Collserola es una gran isla verde rodeada de un mar de edificación, es un gran pulmón para la ciudad de Barcelona y su área metropolitana, un lugar tranquilo, donde poder pasear o realizar cualquier otra actividad sin el tráfico y el tumulto de gente que encontramos habitualmente debajo de las faldas de esta montaña. Así pues, me pregunto si es necesario dinamizar esta parte de la ciudad y hacerla más presente para los Barceloneses, aunque pienso que los habitantes de la ciudad que aman la naturaleza y la tranquilidad lo tienen bien presente en sus agendas cada semana.

Desde el punto de vista de la accesibilidad, no hay ningún problema, es un espacio público situado a no más de 15 minutos del centro de la ciudad, es un lugar donde puedes pasear, tumbarte tranquilo a leer un libro, comer con la familia etc. Quizás la inserción de una nueva oferta lúdica en su interior y una correcta difusión de lo que ahí se hace a la población, incrementaría notablemente el numero de visitantes a la sierra de Collserola. La adaptación de lugares para la realización de deportes de montaña, la creación de puntos de pesca o la inserción de un servicio de navegación a base de pequeños botes en el propio pantano, la inserción de senderos y recorridos para bicicleta de montaña, habilitar zonas asfaltadas para patinar o insertar algún que otro equipamiento lúdico, son algunas de las propuestas que propondría para que esta zona de Barcelona fuera más visitada. También el echo de poner alguna obra artística, ya sea escultura, arquitectura etc. atraería al publico; ejemplo de ello es la propia torre de Collserola, que además de por su valor arquitectónico, la gente, entre ellos numerosos turistas la visitan con el fin de ver la ciudad de Barcelona desde otra perspectiva. A ello contribuye también el parque de atracciones del Tibidabo que diría que es el mayor punto de confluencia de gente en esta sierra, aunque bien es cierto que se trata de la parte urbana de la misma y no de la parte propiamente natural de la que estamos hablando.

Realmente no se si sería lo más apropiado vitalizar aún más esta zona, dado que podríamos conseguir el efecto contrario, que se masificara demasiado y perdiera el carácter de tranquilidad y naturaleza que le caracteriza. En el fondo por muy cerca que esta de la ciudad y por muy fácil que se pueda llegar, se trata de un recodo de naturaleza, de una montaña en estado “salvaje”, un lugar en el que el hombre a intervenido lo justo y no sé si sería adecuado intervenir agresivamente en él, con el objetivo de hacer un lugar donde este presente el hombre y toda los servicios e instalaciones que él requiere.

Bilbao, la ciudad que he escogido para comparar con Barcelona, también esta rodeada de montañas que no le dejan expandirse más. La ciudad esta extendida hasta el limite donde empiezan la pronunciada topografía, donde la naturaleza ha parado la expansión del tejido urbano. La verdad que el acceso a estas montañas no es tan rápido como en el caso de Barcelona, y la ciudad esta aún menos vinculada a ellas. Me gustaría hablar de un área natural en especial, cerca del área metropolitana de “El gran Bilbao” dónde se ha conseguido vitalizar y dinamizar socialmente un espacio verde, se trata de “El bosque de Oma”. Es un pequeño valle que en los últimos años se ha popularizado entre los Vizcaínos y los visitantes extranjeros que vienen a visitar la ciudad. A raíz de unas pinturas que realizo el escultor vasco Agustín Ibarrola en las cortezas de los árboles de éste bosque, este lugar adquirió una gran popularidad, que junto a la inserción de senderos y lugares pintorescos que ya existían, así como pequeñas ermitas y caseríos o hallazgos de unas cuevas prehistóricas, convierten este lugar en una referencia y un lugar muy visitado en la comarca.

PINTURAS EN EL BOSQUE DE OMA, AGUSTÍN IBARROLA.