En Zaragoza, el crecimiento viene propiciado por los acontecimientos históricos que tuvieron lugar a principios del siglo XIX. Los Sitios de 1808 y 1809 destruyeron buena parte de la ciudad y permitieron la reconstrucción de la ciudad tal como se conoce ahora en su parte central, aunque se respetó bastante el esquema viario anterior. Se construyó El Paseo de la Independencia, una de las vías más importantes de la ciudad y la desamortización facilitó también la expansión de la ciudad por las huertas de los conventos que se situaban en la periferia. Además, la circulación se vio facilitada con la demolición de las murallas, que permitió el trazado de cinturones.
El desarrollo industrial de Zaragoza se produjo a partir de la segunda mitad del XIX. Así surgieron nuevos barrios. Posteriormente, el crecimiento industrial y urbanístico-obrero se materializó en las salidas de las carreteras. Entretanto el área residencial de las clases medias se ampliaba hacia el sur, gracias a la urbanización de las antiguas huertas y el cubrimiento del río Huerva. El centro poco a poco se desplazó del casco romano al paseo de la Independencia, acogiendo las nuevas viviendas de la burguesía y clase media. Con el establecimiento a partir de mediados del siglo XX de los polígonos industriales en la orilla izquierda del Ebro se puso en marcha el proceso de urbanización al otro lado del río (Actur).
A diferencia de Barcelona, el plan de expansión de la ciudad no estaba tan estudiado y mucho menos de forma global, sino que poco a poco se fue adaptando al desarrollo de las actividades, aunque queda evidenciado que al carecer de un plan tan estratégico, el trazado es mucho más irregular. No obstante, se ve un cierto planeamiento en la construcción de los cinturones (rondas) que hasta hoy día se están llevando a cabo (actualmente el 4º), y que descongestiona en parte el tráfico del centro de la ciudad.

Paseo de la Independencia, Zaragoza