En el siglo XIX, muchas ciudades europeas tuvieran un ensanche debido a la revolución industrial y al consecuente aumento demográfico. Las ciudades sufrirán de una grande densificación y por eso era necesario salubrizar lo existente, crear nuevas zonas urbanas y mejorar la circulación.

Barcelona - Eixample
En Barcelona, Cerdà plantea un sistema que se basa en el principio de controlar la forma de la ciudad mediante la definición de su parte elemental, la manzana residencial, y en la necesidad de establecer una relación equilibrada y homogénea entre residencia, edificios públicos e espacios libres. El plan se traduce en una cuadricula relativamente homogénea, con calles en general de 20 m de largo y fachadas de tres plantas, que se adapta para incluir en el plan los barrios que ha crecido fuera de la cinta amurallada.
La relación entre espacios libres y edificados es determinada de modo unitario, según reglas validas para las diversas partes de la ciudad. De este modo, cada parte se convierte en un barrio con todos los equipamientos y espacios públicos necesarios para su definición y se prevé una homogeneidad social entre ellos. Para la construcción de las manzanas, se establece un principio de edificación alrededor de un área verde para el peatón. Otras posibilidades o combinaciones de las manzanas son establecidas de acuerdo con la relación con espacios libres o edificios públicos. Cerdá no solo creó una estructura viaria pero, con la misma importancia, ha pensado en la edificación residencial, en los equipamientos públicos y en los espacios para los peatones.
En la ejecución del plan, el proyecto no mantuve algunas de sus virtudes. La altura construible ha aumentado pero, la construcción en el interior de la isla es lo que más deforma el proyecto. El crecimiento de la ciudad ha sido mayor que lo esperado y, por tanto, se empieza a cerrar las manzanas, que no deberían ser construidas en todos los lados, y se substituye un interior verde por edificación.
Pienso que este es lo mayor problema del Eixample. A pesar de haber algunos espacios e calles con un carácter y configuración diferente, faltan jardines para el peatón y espacios públicos que ayuden a tener referencias en una malla tan homogénea. Debido a este incumplimiento del plan, los espacios libres desaparecieran y Barcelona se tornó en una de las ciudades europeas con menos espacios verdes. En el recorrido me ha gustado conocer algunas intervenciones que buscan reencontrar estos espacios en el interior de la isla y devolverlo al peatón.

Porto
En Porto, una ciudad de crecimiento radial, no se ha planteado un proyecto tan claro como el Ensanche de Cerdá. Algunas intervenciones urbanísticas han intentado controlar su crecimiento, pero la topografía es una de las razones que impide la concreción de una malla regular.
Hasta el medio del siglo XVIII, Porto fue una ciudad de mercado relativamente pequeña, que no ultrapasaba sus muros. La primera fase de expansión se ha dado junto a las puertas y las vías de salida de la ciudad, generando pequeñas poblaciones fuera de los muros.
Poco antes de la revolución industrial, los gobernadores planearán y promoverán la expansión de la ciudad, en la expectativa de un crecimiento generado por el comercio del vino de Porto. Se han construido cuatro grandes vías que irradian del casco y otras transversales, estructurando una área tres o cuatro veces mayor que la ciudad antigua. Así, incluyendo las poblaciones rurales, la burguesía empezó a ocupar los terrenos junto a estas vías. Posteriormente, se empezaran más obras, pero se realiza siempre la abertura de calles principales o espacio público como estructura para la posterior edificación. Pocas son las intervenciones que intentarán regular la edificación en relación con los espacios libres. Falta la busca del equilibrio del Ensanche de Cerdá y la atención a los varios elementos que hacen parte de la ciudad.